La muestra podrá visitarse hasta el 16 de febrero de 2020. (Luis JAUREGIALTZO / FOKU)
El museo alemán ha vaciado sus 60 salas para acoger una exposición monográfica dedicada a la importancia del icono en la historia del arte, un hecho poco común que ha permitido trasladar su colección habitual a Bilbo.
El Museo Guggenheim de Bilbo exhibe desde mañana y hasta el 16 de febrero de 2020 una selección de las obras maestras de la pintura europea de los siglos XIX y XX que posee el Museo Kunsthalle de Bremen (Alemania), la primera institución museística sustentada por ciudadanos privados de Europa, y que abarca un recorrido que va de Delacroix a Beckmann.
La exhibición en el Guggenheim de esta amplia selección de obras de la Kuntshalle de Bremen, que atesora más de 1.500 cuadros, esculturas e instalaciones artísticas y 200.000 obras sobre papel, ha sido posible gracias a que el museo de la portuaria ciudad alemana, una de las que formó parte de la Liga Hanseática en el siglo XVII, ha vaciado sus 60 salas para acoger una exposición monográfica dedicada a la importancia del icono en la historia del arte, según ha explicado el director actual del centro, Christop Grunenberg, en la presentación de la muestra.
Este hecho especial y poco habitual ha permitido traer a Bilbo estas obras que explican el gusto por el coleccionismo privado de arte de los ricos burgueses y comerciantes de Bremen de principios del siglo XIX, que se asociaron en 1821 a una entidad denominada Kuntsverein que dio origen, en 1849, a la Kuntshalle de la ciudad, con las donaciones del arte comprado por ellos.
Esto hizo, como ha recordado el director del museo bilbaino, Juan Ignacio Vidarte, en la presentación de la muestra, que la Kuntshalle de Bremen sea un caso «absolutamente singular» en el mundo de los museos, por su génesis y sustento privado en el que no participa ninguna gran institución pública o religiosa.
Cincuenta años mas tarde, en 1899, la sociedad nombró un primer director artístico para dirigir la pinacoteca, el historiador de arte e hijo del alcalde de la ciudad de la época, Gustav Pauli, quien comenzó a darle un discurso artístico propio a la colección del Museo, que hasta entonces incorporaba sus obras sin un criterio artístico determinado, comenzando a adquirir obra de los por entonces rompedores movimientos artísticos imperantes en el Estado francés y que tuvieron su reflejo e influencia en el arte alemán.
De esta forma fue incorporando a la colección obras de los artistas mencionados y fue el primero en dedicarle en 1908 la primera retrospectiva que se hizo de una mujer artista alemana, la integrante de la colonia artística de Worpswede, población cercana a Bremen, Paula Modersohn-Becker, diez años antes de que se reconociera el derecho de voto a la mujer en Alemania.
La política de compras de Pauli no estuvo exenta de polémica, ya que la adquisición en 1911 por 30.000 marcos, una suma importante en la época, de la obra ‘Campo de amapolas’ (1889), de Vincent Van Gogh, generó una «agresiva y nacionalista» reacción de un grupo de críticos y artistas alemanes de la época que consideraban que se ninguneaba al arte propio.
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