Una de las piezas de la exposición. / S. Salas
El museo Picasso de Málaga repasa la obra de una de las artistas más singulares e influyentes del siglo XX
“He estado en el infierno y he vuelto. Y permíteme decirte, fue maravilloso”. En esta frase que Louise Bourgeois (París, 1911 - Nueva York, 2010) bordó con 88 años en un pañuelo está la esencia de la gran exposición que el Museo Picasso Málaga dedica a una de las artistas más originales, relevantes e influyentes del siglo XX. Con 101 obras realizadas entre 1938 y 2009, es la retrospectiva más amplia realizada en España de esta poliédrica ‘mujer araña’, una escultora de emociones creadas a partir de sus obsesiones, temores, inseguridades, complejos y culpas.
Más de un tercio de las piezas reunidas por el museo malagueño no se habían expuesto jamás. Hay casi cincuenta esculturas de bronce, tejido, látex y aluminio, una celda-célula y una pintura que se exhiben junto a otro medio centenar de obras en papel y textiles, muchas de ellas de gran formato o realizadas en series. La mitad son posteriores al año 2000, cuando la artista era ya octogenaria.
No falta ‘Araña’ (1996), una de las legendarias esculturas de bronce de Bourgeois, que gracias a estos inteligentes arácnidos que simbolizan la maternidad se ganó el sobrenombre de ‘mujer araña’. Con ocho metros de diámetro y tres de altura, instalada en el patio de la pinacoteca malagueña, es una de esas piezas que se disputan museos de todo el mudo y de las que atesoran ejemplares icónicos el Guggenheim de Bilbao o el Reina Sofía de Madrid, aunque Manuel Borja-Villel la oculte en sus depósitos.
La fugitiva, Soledad, Trauma, Fragilidad, Estudios naturales, Movimiento eterno, Relaciones, Dar y recibir y Equilibrio son las nueve series que ofrece la muestra malagueña. Su comisaria es Iris Müller-Westermann, conservadora de arte Internacional Moderna Museet de Estcolomo, que concibió este exhaustivo recorrido por la compleja y fascinante obra de Bourgeois a lo largo de siete décadas. "El arte es una huida, no un destino", aseguraba Bourgeois, orgullosa de "hacer, rehacer y destruir como me da la gana" y empeñada en "expresar los devastadores efectos de las emociones".
Nacida en el seno de una familia con recursos, el taller de restauración de tapices medievales y renacentistas que regentaba sus padres marcaría la trayectoria de Bourgeios, que tiene en los textiles uno de sus materiales fetiche y que simboliza en las protectoras arañas a su madre tejedora.
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