Esculturas de Tino Moriarty acompañadas de fotografías de la artista madrileña Ouka Leele - ABC
Escultura, fotografía y arquitectura fueron las apuestas de la quinta edición de una feria que miraba al futuro
Cuatro años después de su nacimiento, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) se enfrentó a su primera prueba de fuego: sobrevivir y consolidarse sin Juana de Aizpuru —conocida en el mundo del arte como Juana de ARCO—, su fundadora y, hasta entonces, directora.
En enero de 1986 veinticuatro galerías madrileñas publicaron una carta en la que mostraban su rechazo a la gestión del comité organizador y de su responsable, a la que acusaban de partidismo. Alegaban que el trabajo de Juana de Aizpuru al frente de la muestra era incompatible con su condición de galerista y rechazaron acudir a la quinta edición de ARCO. El enfrentamiento se saldó con la dimisión del equipo directivo de la feria, y sus miembros, que, a través de un comunicado, ofrecieron sus cargos a Ifema aunque mantuvieron su trabajo hasta la celebración de ARCO’86.
Un encuentro donde el eclecticismo, en palabras deAntonio Bonet Correa, presidente del comité organizador, fue la «tendencia dominante», con el objetivo de convertir ARCO en «un gran mercado de arte mundial más que en una bienal», tal y como señaló Adrián Piera, presidente del comité ejecutivo de Ifema. La feria se celebró entre el 10 y el 15 de abril, al coincidir además en febrero con la muestra de Zúrich, y reunió a 212 estands y 166 galerías de arte. Además, las «disidentes», aunque no acudieron a la cita, abrieron sus espacios de forma especial en la ciudad.
La representación extranjera contó con profesionales de Colombia, Brasil, Argentina, Paraguay, China, Uruguay, Estados Unidos y México. A pesar de la polémica, en ARCO’86 pesó más el arte que los enfrentamientos personales. El éxito de la edición se debió a la introducción de la escultura y la fotografía. Especialidades que en muchas de sus obras trajeron consigo consignas políticas o reivindicaciones sexuales y de género.
«Una realidad consolidada»
La arquitectura también tuvo gran importancia y los artistas ofrecieron pruebas de las posibilidades que surgen al entender esta disciplina de forma creativa a quienes se sumergieron en los 12.000 metros cuadrados que la feria ocupó. En este sentido, destacó el estand del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), diseñado por María Jesús Muñoz, que se inspiró en el grabado «Melancolía» de Alberto Durero para crear un espacio lleno de luces de neón, espejos, texturas y proyecciones. También la selección de maquetas y dibujos de esculturas construidas en la Carretera Nacional 340, presentados en el espacio de la galería Magda Belloti y, por último, el compendio de obras seleccionadas de autores como Le Corbusier,Cantafora o García Álvarez, entre otros, de la galería Ynguanzo.
La pintura fue otra de las claves del éxito de ARCO’86. Los trabajos expuestos ofrecían al visitante un panorama de movimientos y tendencias del arte contemporáneo con obras de Dalí, Miró o Zabaleta, entre los nombres nacionales, y de Bacon, Moore, Raskin o Pistoletto entre los internacionales. Días antes de su apertura, Juana de Aizpuru se despidió de la feria que ella misma había creado con «la satisfacción de saber que ARCO era una realidad consolidada», que además contaba «con un nivel artístico superior» al de años anteriores. Una realidad tan reconocida desde entonces que ahora, en 2016, cumple 35 ediciones.
Fuente
http://www.abc.es
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